Archivo de febrero, 2010
Cuando el flamenco se convierte en jazz
25 Feb
Pues si, todavía estoy impresionado del concierto al que tuve la suerte de asistir este pasado fin de semana (20 feb) de este genial guitarrista flamenco. Nos acercamos un pequeño grupo de TyG para sorprendernos con el Niño Josele, un virtuoso con la guitarra de gran talla mundial sin duda.
El concierto estaba englobado en las jornadas de Jazz que organiza Caja Burgos en Burgos, Miranda de Ebro y Aranda de Duero. Un llamatimo proyecto jazzístico, fusión del flamenco dentro del jazz, y os puedo garantizar que el resultado es espectacular. Música en estado puro llena de sensibilidad y enorme calidad en la ejecución.
El Niño Josele se ha rodeado para este proyecto de grandes músicos, en este concierto estuvieron con el, Javier Colina (contrabajo), Perico Sambeat (saxos), Guillermo McGill (batería y percusión)
otros que le suelen acompañar, Phil Woods, Joe Lovano, Michael P. Mossman(saxo), John Benítez (contrabajo), Dafnis Prieto (bateria), Ralph Bowen (saxo)…
En resumen uno de los mejores conciertos en los que he estado nunca (desde el punto de vista musical) y la enhorabuena desde TyG a Caja Burgos por organizar estos conciertos.
Para quien quiera hacerse una idea de lo que vimos, aquí os pongo un par de videos de una actuación suya en el Festival de Jazz de Vitoria
Comer en: Malta
18 Feb
En septiembre nos fuimos unos días de vacaciones a este pequeño país mediterráneo. La verdad es que yo no sabía muy bien ni donde ponerlo en el mapa, pero la experiencia fue muy buena y es un viaje que merece la pena.
Me traje la sensación de que Malta es 1/4 británica, 1/4 italiana, 1/4 africana y 1/4 propiamente maltesa. Tal vez un maltés me daría una colleja o una buena patada en sálvense las partes, pero después de unos días esa es la sensación que me quedó.
Independizada de Gran Bretaña en 1964 y perteneciente a la Unión Europea desde 2004 Malta está formada por tres islas principales (Malta, Gozo y Comino). Si queréis más información la podéis ver en la wikipedia u otras webs [1][2]. Aquí a lo que vamos, al tema de las viandas!
La alimentación es plenamente mediterránea, con pescadito fresco, verdurita, aceite de oliva y también buena carne.
En Malta se come barato y bien. Muy bien. Puedes comer casi en cualquier restaurante sin miedo a decepciones. De hecho, el día que peor comimos fue en un chiringuito de playa, de hamburguesas y comida rápida, en el que no se me hubiera ocurrido entrar a comer si hubiera estado en España. Y fue aceptable.
En casi todos los sitios puedes comer pizza o pasta, elaboradas con productos naturales y frescos (mucha influencia italiana). Platos ligeros y raciones generosas. La pasta al dente y la masa de las pizzas muy ligera.
El pescado más típico es la lampuka o lampuki (llampuga, lampuga o dorado en castellano). Se sirve principalmente a la brasa con una guarnición ligera. Yo no soy muy pescadero, pero he de reconocer que me pareció un pescado muy sabroso y adecuado para ese tipo de elaboración.
El plato nacional es el conejo guisado con vino. Es menos común en la carta de los restaurantes «normalitos» a los que íbamos, pero también lo probamos y el amigo Maté le puso una buena nota. Yo, es que tampoco soy muy amante del conejo (del que mueve el hocico digo XD).
La mayor decepción fue el pulpo, otro de sus platos típicos. Este cefalópodo que me encanta (Uhm… pulpo a la gallega…), por lo que lo pedí en cuanto pude. Lo preparan también con vino, con una salsa de sabor fuerte que elimina toda la personalidad de la materia prima. Para que os hagáis a la idea, algo parecido a los calamares en salsa americana que se pueden comprar en latillas.
Nos faltó ir a un buen restaurante. Lo intentamos, pero había que reservar con antelación y nos quedamos con las ganas. Estoy seguro de que habría sido una gran experiencia.
En resumen, Malta es un buen país para los que disfrutamos comiendo. Disponen de buena materia prima, las elaboraciones no son demasiado complejas, el precio es adecuado y el servicio correcto.
Para beber, cerveza, sin ninguna duda. Los vinos no son nada del otro mundo y un «blanquito» que pedimos tenía cara de maltés, pero en la letra pequeña ponía que era español… pero no os creáis que era Albariño XD. Los cubatas son del tipo british, en vaso pequeño y el alcohol medido.
Como detalle, indicar que el tema de las propinas no nos quedó del todo claro. En algunos sitios la incluían en la cuenta y en otros no… tiendo a pensar que en eso son como los británicos, osea que un 10% para que no nos llamen «raposos».
Algunos de los sitios en los que comimos «elegantemente» fueron:
Cafe Raffael (St. Julians): una bonita terraza. 100€ (para 4 con postre y vino)
Neptune’s (Marsalforn): a la orilla del mar. Nos pilló el dueño por banda y nos dejamos engatusar, a pesar de que había otros restaurantes con mejor pinta. Nos quitó las raspas del pescadito y nos hizo precio de amigos. 60€ (para 4 con café)
The Avenue (Paceville): cerca de la zona de marcha de St. Julians. Desde fuera parecen varios restaurantes, que al final son sólo uno. Estaba a rebosar y nos pusieron al lado de los baños, pero pedimos que nos cambiaran y estuvimos en un sitio muy bien. Pizza, pasta y un poco de todo. 52€ (para 4 con vino y café)
Vecchia Napoli (Sliema): este estaba al lado de donde vivíamos. Un italiano en el que todo estaba rico! Repetimos varias veces. 100€ (para 4 personas con postre, café y un par de ricas cervezas)
Comer en: Madrid – Sushiitto – «Sushi para principiantes»
4 Feb
Voy a robarle a Marian Keyes el título de uno de sus libros para definir mi visita a Suhiito, un japonés con punto… o al menos así se autodenomina.
Estábamos dando vueltas por Madrid el lunes 4 de enero en plena orgía de shopping navideño de última hora, diluviando y sin un maldito parking libre en todo el centro, cuando decidimos enfilar la M-30 y acercarnos a comer a Herón-Diversia en Alcobendas.
Para no variar nos encontramos la habitual oferta gastronómica de todos los centros de ocio; pero como no están mis hijos, ¡¡ hoy libro de McDonald’s !! así que tiramos para un japonés que probablemente sea lo que menos se parece al lechazo de Aranda. ¡Qué le vamos a hacer!, para una vez que una sale del pueblo…
En la puerta, un cartel con una lolita victoriana en una calle de Tokio, con su sombrillita y todo, nos invita a tomar el menú del día por 13,50 €, con un primer plato, un segundo y un acompañamiento (será para el baile de después), y que incluye sopa de miso y bebida, nada de vino ni mucho menos postre. No es un chollo, pero es Madrid, me muero de hambre y no va a ser el menú más caro que he comido, así que, vamos para adentro.
En principio el local tiene buena pinta. Un espacio diáfano con barra de bar y barra de sushi a la derecha (con una cocinera preparando la comida a la vista), espacioso y de ambiente moderno, con maderas claras y alguna plantita, nos invita a entrar. Está casi vacío, pero son cerca de las cuatro de la tarde de un lunes de enero, así que no me dejo asustar por ello, ni por las camareras de Naciones Unidas allí presentes.
Es apenas mi segunda visita a un restaurante japonés, pero como en cuanto a comida se refiere, mi máxima es “pa´que” miedo habiendo hospitales, así que a pesar de que Alberto se decide por el menú del día en su versión más española, pidiendo Goyzas, Katsudon y Nigiri de sake (o sea, empanadillas, lomo de cerdo con arroz y paquetitos de arroz con salmón), yo me lanzo de cabeza a la carta y me pido la combinación especial de Sashimi, con atún, salmón, calamar, pescado blanco y boquerón (pero nena; si no sabes ni lo que es!).
Primero llega el Misoshiru (sopa de soja con tofu, shiitake, wakame y cebolleta), en un bol de cerámica con cuchara a juego. Está caliente y tiene un sabor agradable a verduritas. Enseguida llegan el resto de platos del menú, casi son las cuatro y hay que darse prisa. Nos traen un platito con Goyzas, que son dos empañadillas japonesas (no fritas, eh!) de carne picada de cerdo con verduras, que están deliciosas solas y mejor con salsa de soja.
El plato principal, Katsudon es un plato de arroz blanco cubierto de cebolleta, espinacas y champiñón pochados, y a su vez cubierto de cinta de lomo de cerdo rebozado y tortilla por encima, todo ello regado por una salsa ligeramente dulce, como si las verduras estuvieran caramelizadas; el arroz hervido en su punto y la salsa dulce le da al conjunto un toque diferente. Y además otro platito con Nigiri de sake (eso es el acompañamiento, para los despistados).
Y por fin, llega el Sashimi. Cuando veo aparecer el plato con el pescado crudo cortado bastante grueso y nada más (bueno, un poquito de pasta de wasabi y algo de pepino) casi me da un ataque, ¿dónde está el arrocito de debajo?, pero ya no puedo volverme atrás, así que cojo los palillos y decido empezar por el salmón, que al menos ya lo he probado. Está buenísimo, con una textura más suave y menos fibrosa que el ahumado o el marinado, y desde luego, menos graso que estos. El pescado blanco (quizá bacalao o merluza) y el calamar son los siguientes.
No me atrevo a probar el atún, tan rojo, tan crudo… Me sorprende la suavidad pero consistencia de la textura del pescado y el calamar está tierno pero en absoluto viscoso . Esto va mejor de lo que creía. Ahora el boquerón; ¡Vaya, este sabe como los boquerones en vinagre! Y ya no me queda más remedio; a comer atún crudo. Tenía que haber empezado por ahí. Es delicioso, como un solomillo de ternera tierno y casi crudo pero más delicado. Sin duda, lo mejor del plato. Al final, voy mezclando los distintos pescados con la verdura, el jengibre, el wasabi, la salsa de soja…, en definitiva un frenesí de devoradora de pescado crudo. Y para terminar, un té verde.
Lo peor: el local a pesar de amplio resulta algo oscuro (quizá el día de lluvia no acompaña demasiado), y para los amantes del dulce, apenas hay tres postres en la carta y la selección de bebidas también es algo escasa.
Lo mejor: muchos de los makis, rollos y sushi son más que comestibles aún para los más acérrimos opositores a la comida japonesa y a la idea de comer pescado crudo (vamos, que no lo sacan directamente de la pecera, y al fin y al cabo el jamón, carne cruda es). Y como extra, en el fondo del local hay dos mesas con plancha para cocina en vivo, aunque supongo que lo tiene que pedir toda la mesa.
Precio: una opción más que respetable y a buen precio, ya que el total de la cuenta ascendió a 38,50 €, y eso que me pedí uno de los platos más caros de la carta (que le voy a hacer, así soy yo; si pensáis que sale más barato comprarme un traje o un bolso que invitarme a comer, ya os digo que tampoco).
Valoración TyG: 7 de 10
SUSHIITO
Centro de ocio Heron Diversia
28108 Madrid
T. 916 624 664
T. 916 624 673
www.sushi-itto.es