Elia

Este usuario no ha compartido ninguna información biográfica

Web: http://www.tenedoresyguitarras.com


Entradas de Elia

Receta: Nidos de Bacalao Daurada

“¡A mí no me gusta el bacalao!”, repetíamos mis hermanas y yo todas las Navidades ante la insistencia de mi madre en que lo probáramos.  “Vale. Ya se me ocurrirá una forma de que os guste”, nos amenazaba una y otra vez. Mi madre nunca acepta de entrada una negativa ante su cocina, así que tras unos cuantos intentos no del todo fructíferos, un año nos preparó un plato de bacalao al que no podíamos poner ninguna pega, “Bacalao Daurada”. Con el tiempo mi madre ha ido perfeccionando la receta hasta la que os voy a dar hoy, con su beneplácito, por supuesto.

He aquí la receta de “Nidos de Bacalao Daurada”.

Empezaré explicando que el “bacalao daurada” que es una receta portuguesa para revuelto de bacalao y patata. La gracia del plato, que es mucha, se basa en la sencillez de los productos y el pequeño trabajo de elaboración, porque mezcla algunos de los ingredientes más básicos en la cocina, como son la cebolla, la patata y el huevo, con otro de los productos estrella del mar, el bacalao, tan versátil y aprovechable (de la cabeza a la cola).

Necesitamos por tanto, bacalao seco en salazón (a ser posible miga, que es más barata y al final lo vamos a desmigar) o al punto de sal si lo compras ya desalado, cebolla, patatas, huevos, aceite de girasol, aceite de oliva y sal. Bien fácil, ¿o no?

Bacalao desalado desmigado

Bacalao desalado desmigado

Para que tengáis las herramientas y utensilios de cocina que vamos a necesitar a mano y no nos toque bajar a comprarlos al chino de la esquina en mitad de la preparación, os diré que hacen falta una sartén grande y antiadherente, un pelador de patatas o un cuchillo pequeño, un cuchillo grande, una sartén honda o una freidora y un molde de nidos, que son dos coladores de malla metálica unidos.

Ponemos el bacalao en un recipiente con agua fría, y a ser posible en la nevera, a desalar. El tiempo es a prueba. Esto significa, que cuando lleve medio día, lo pruebas. Si está salado, lo dejas otro medio. Si está bien, lo sacas del agua y ya está listo para cocinar o para dejarlo sin agua en la nevera otro par de días si no quieres hacerlo hoy.

Cogemos una cebolla grande, y la cortamos “en juliana”, que no quiere decir otra cosa que en tiras finas. Aunque no es muy difícil, si que tiene su técnica, y si no queréis dejar las huellas dactilares en el filo del cuchillo, precaución con los dedos. Por supuesto, el cuchillo bien afilado y no seáis tan animales de partir sobre la encimera desnuda, que para eso están las tablas de cortar!!!!

Una vez que esté cortada “en juliana”, la pochamos a fuego lento en una sartén con aceite de oliva. ¡Vale! No sabéis lo que significa pochar?… Es freír (la cebolla u otra verdura u hortaliza) a fuego suave, hasta que esté blanda y de color caramelo (lo del color caramelo no sale en los pimientos; suelen pasar del rojo-verde al negro si se han hecho mucho). Cuando esté hecha, la retiramos del fuego y la reservamos en un plato.

Cebolla en juliana pochada

Cebolla en juliana pochada

Por otro lado vamos a pelar, lavar y secar las patatas, y con un rayador las vamos a cortar “en paja”, que aviso para los mal pensados, significa en tiras muy finas (de hecho, parecido a la juliana).

Calentamos en una sartén profunda o en una freidora abundante aceite de girasol, de forma que éste cubra el molde de nidos que vamos a meter en él. Cogemos el molde de nidos, lo abrimos, rellenamos el fondo de patatas paja y le ponemos encima la parte superior. Cuando el aceite esté muy caliente, lo metemos dentro y dejamos que se fría a fuego fuerte durante uno o dos minutos, hasta que lo veamos dorado y lo sacamos. Dejamos que escurra el exceso de aceite, desmoldamos y lo reservamos en una bandeja. Ahora podemos seguir con todos los nidos que queramos hacer, al menos uno por persona, no seáis tiñosos… Dejamos una pequeña cantidad de patatas paja fritas, pero sueltas sin hacer nido, para incorporar al revuelto.

Nidos de patata paja fritos

Nidos de patata paja fritos

Para hacer el revuelto, ponemos en una sartén y a fuego suave la cebolla ya pochada y el bacalao desalado y desmigado. Rehogamos levemente y echamos ahora los huevos sin batir y vamos mezclando, procurando que cuaje, pero que no quede seco. Si el bacalao quedó demasiado desalado corregimos ahora con una pizca de sal. Añadimos al final las patatas paja fritas que habíamos reservado y lo echamos dentro de los nidos de patata. ¡Y aquí está!. El plato de bacalao perfecto para aquellos que dicen que no les gusta el bacalao y para los demás, también.

Nido completo de Bacalao Daurada

Nido completo de Bacalao Daurada

Yo lo maridaría con un rosado fresquito de Ribera del Duero, como por ejemplo el Embocadero Rosado que probé el otro día en casa de Andrea y Pablo y como musicalmente tengo más años que mi abuelita escucharía «Aint´No Mountain High Enough» de Marvin Gaye para cocinarlo. Para los que cocinen juntos y en una cocina pequeñita, «Let´s Get It On» también de Marvin Gaye. ¡Umhhh!. ¡Que lo disfrutéis!

Foie a la plancha con texturas de manzana

Comer en: Aranda de Duero – Restaurante Los Rastrojos

Aunque para los de Aranda y la Ribera, una visita a Los Rastrojos al menos una vez al año es casi de obligado cumplimiento, sobre todo en acontecimientos familiares de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) o en los meses de invierno, para comer el cocido de los jueves, esta vez os voy a contar una experiencia que para muchos no será conocida.

restaurante Los Rastrojos

Menú degustación de Finca Los Rastrojos. Interesante y diferente para paladares inquietos y con un precio muy razonable para todo lo que ofrecen. David saca a relucir su imaginación y su mejor hacer para un desfile de platos a la altura de los fogones de muchos restaurantes de guías, tenedores y estrellas.

Señores y señoras, permanezcan sentados en sus sillas, relájense, apaguen sus teléfonos móviles y suéltense los cinturones, porque vamos a despegar.

Más >

Comer en Barcelona (II) – ICHO

De vuelta en Barcelona. Por si todavía no os habéis dado cuenta, adoro la comida japonesa. Ha sido un descubrimiento culinario tardío, pero lo he cogido con ganas. Tanto, que no puedo resistirme a probarla allá donde voy. Barcelona no iba a ser una excepción, y menos cuando justo debajo de nuestro hotel está uno de los mejores restaurantes nipones de la ciudad: ICHO.

Nos invitó a cenar Armando, que como yo siente debilidad por el pescado crudo; será por los viajes a Noruega e Islandia, o porque a los bacaladeros les gusta probar la competencia.

Restaurante ICHO

El local, intimista, con iluminación suave y con decoración de lujo discreto en tonos rojos y negros. El personal no parece demasiado oriental, más bien barcelonés y quizá europeo, pero atento y con un estilo reposado y elegante, como manda la tradición nipona.

En la mesa y al más puro estilo catalán, cava fresquito para el aperitivo, acompañado con una selección de aperitivos y frutos secos fritos que incluían algunos con wasabi. Sabrosos y muy, muy picantes. Umh!! He bebido tanto cava en mi visita a Barcelona, que este año debería ser la invitada de honor de la Semana del Cava de San Sadurní d´Anoya. Creo que le voy a escribir una carta al alcalde proponiéndoselo, aunque no sé si ese va a ser mérito suficiente o tendré que insistir con una mayor demostración de mi devoción por los espumosos.

Volviendo a ICHO; la carta, además de las típicas especialidades de comida japonesa, tiene otras recetas de cocina de autor, así que acabamos pidiendo un poco de todo.

Para beber, como mi pasión por el cava no es del todo compartida por mis compañeros de mesa, pedimos un Albariño, Terras Gaudas 2006. Un clásico del que Josh ya ha hecho rendida cuenta en algún post.

Empezamos la cena con una tapa a base de pulpo y langostino con Sunomono , una ensalada de pepino y algas con vinagre de sake. Sabor exótico y ligeramente ácido que combina de maravilla con la textura de los mariscos.

Tapa de pulpo y langostino con Sunomono

Continuamos con dos clásicos, verdura en “tempura” (muy, muy crujiente y nada aceitosa), y Yakisoba (fideos fritos en este caso con cerdo y verduras) para compartir. La elaboración de los platos es muy cuidada y la presentación también, nada que ver con los japoneses que he probado hasta ahora.

Tempura de verduras y Yakisoba al fondo

Por supuesto no pueden faltar el sushi y el nigiri, (nunca se la diferencia entre ambos, pero pude constatar que las camareras tampoco) esta vez de salmón, pez mantequilla, langostino, atún rojo y anguila asada. ¡Una delicia! Nuevamente, me sorprende cada ingrediente que pruebo de la comida japonesa. Si el atún rojo resultó delicioso, la anguila es aún mejor. Carne prensada y salada con ligero toque a humo. El sushi de kobe no lo probamos esta vez, pero para la próxima no se me escapa…

Nigiri de atún rojo, langostino, anguila, pez mantequilla y salmón

Alberto, que es fan incondicional del balacao en todas sus formas, elige el bacalao saizyozuke, marinado en salsa de miso, con berenjena y huevas. Desde luego tiene poco que envidiar a los preparados con bacalao “a la nacional”, aunque por su poca cocción quizá no apto para paladares de gustos tradicionales, pero yo, os lo recomiendo.

Bacalao saizyozuke

La carta de postres es sorprendente por su elaboración, así que aunque yo no pido (soy esa gorrona que siempre se come unas cucharadas del tuyo) por supuesto pruebo los esféricos calientes de chocolate con leche, con crujiente de té verde y helado de amarena (cereza amarga) de Armando. ¡Indescriptibles! Creo que de haber visto antes la carta de postres, hubiera comido menos. Bueno, a quien pretendo engañar. Hubiera comido lo mismo y hubiera insistido a todos para que pidieran postre y así habría probado varios en vez de uno solo.

Acabamos con té verde y cafés y una vez más, con la agradable sensación de que según van pasando los años, ya bastantes por cierto, voy acabando uno a uno con todos mis prejuicios, con la comida y con muchas otras cosas. ¡Bendito tiempo!

Aunque yo no pagué la cuenta, de hecho ni la vi, el precio medio de ICHO es de unos 40 € por persona, con postre y té, vino aparte. Desde luego, no es un restaurante barato, pero la calidad se paga y el cumplir años también trae consigo el que cada vez te cueste menos pagar por la comida y más por las copas, que encima te acaban sentando fatal.

Lo mejor: Comida  de autor elaborada, platos diferentes y calidad de materias primas son sin duda de las mejores cualidades de Icho.

Lo peor: Por poner algo, diría que la iluminación escasa y la decoración algo oscura es lo peor del restaurante. No le doy más nota porque todo es mejorable.

Precio: 40 € por persona con postre y té, vino aparte.

Valoración TyG: 8,5 de 10

ICHO BCN

Deu i Mata, 69-95

08029 Barcelona

www.ichobcnjapones.com

Tel. reservas: 93 444 33 70